jueves, 15 de julio de 2010

Tres romanzas de R. Schumann


Robert Schumann es uno de los músicos que encarna más intensamente el espíritu del Romanticismo, puesto que su obra es fruto exclusivo de su yo interior. La introspección, el estudio de todos sus fenómenos internos, le proporcionó los datos fundamentales de su creación. Su visión poética buscó la naturaleza oculta de las cosas: de ahí el inmenso espacio reservado en su obra para la fantasía, lo misterioso, lo infantil. Como él mismo anotaba en su diario, siempre fue consciente de que poseía un “yo” público y un “yo” oculto; estas dualidades se advierten constantemente en su obra: los personajes de “Florestan” y “Eusebius” fueron un reflejo de ese desdoblamiento. Schumann se definía a sí mismo como «a la vez pobre y rico, abatido y vigoroso, cansado de la vida pero lleno de ardor». Es por ello también que abordó con tanta frecuencia la forma de las piezas breves (“Stücke”) y los Lieder, que le permitían escapar de los marcos organizados de la sonata tradicional y volcar más libremente su emoción. En sus numerosas composiciones vocales respetó la personalidad propia de cada escritor, demostrando una excepcional comprensión de la poesía, fruto no solo de su cultura, sino principalmente de su emotividad y su capacidad espontánea para describir sensaciones por medio de la música. Esto lo hizo ser uno de los polos fundamentales del Lied germano. Se ha dicho que en Schumann la música siempre busca explicar aquello que no se logra con palabras. Su música es reveladora de lo oculto, incluso lo inconsciente: toda su obra puede ser considerada, en efecto, como una confesión.
Sus Romanzas para oboe y piano fueron escritas el año 1849. Estas tres piezas también suelen ser tocadas a menudo por clarinete o el violín. “Nicht schnell” (moderado), “Einfach, innig” (simple, entrañable), y nuevamente “Nicht schnell” son las indicaciones del autor. Es precisamente en piezas breves como éstas en las que Robert Schumann da de sí lo mejor: inventiva, riqueza armónica, íntimos sentimientos: todo ello queda fielmente reflejado en la interpretación de Mayer y Grimaud, espléndida, extrayendo toda la riqueza radiante de estas piezas, interpretadas con finos matices sonoros, dinámicos y rítmicos, dignos de ser paladeados por el oyente más exigente.
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